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25 abril 2007

No podes dibujar así!!

Para los fanáticos de Lost o para quien quiera ver como se dibuja en la era digital:





Haga click aqui para ver más.

El que busca encuentra

Señora, si no sabe donde está su hijo, la siguiente es una buena forma de encontrarlo:

17 abril 2007

Enrique

Enrique es un hombre rutinario y como todos los días el despertador sonó a las 6 horas 48 minutos, se refregó los ojos, enfoco la mancha de humedad en el techo y se incorporo para arrancar otra monótona jornada laboral. Pera había algo que cortaba esa monotonía y le daba fuerzas para empezar.
Mientras se calienta el café que sobro de la noche anterior, en la destartalada maquina de la mesada, aprovecha para ducharse y ponerse su viejo y gastado traje gris topo.
Las dos cuadras que hay hasta la parada del colectivo quedaron atrás y en lo que debería llamarse horizonte comienza a divisarse lo que podría ser un cartel que dice “RAMAL B”. Para Enrique, ese no es un colectivo más, que solo lo llevara hasta la estación; eso que se aproxima es un “carruaje” que trae a su bella “doncella”.
Como todos los días, Enrique, esperaba con anhelo subir al interno 32 que llegaba a su encuentro pasados unos minutos de las 7:30 de la mañana. Esos poco mas de veinte minutos que duraba el viaje, arrugando el traje contra el amontonamiento de otros pasajeros y sudando cual pollo al espiedo, eran para él como un paseo por el rió un amanecer de primavera, porque claro, en esa mole de lata con ruedas venia Adriana, la persona que hacía palpitar a Enrique desde que se conocieron, una mañana de otoño, cuando solo eran dos inocentes niños de colegio. Y Enrique ya lo había decidido, mientras descansaba, en el patio de hormigón de su casa, sobre una reposera clueca y oxidada, la interminable tarde del pasado domingo; se decidió. No quería tenerla más solo en su cabeza, quería decirle a Adriana todo lo que sentía por ella, todo lo que se movía dentro suyo cada viaje a la estación, todo el futuro que tenia planeado para los dos desde que se pasaba horas mirándola en el gastado salón de la escuela primaria.
Por eso ese viaje a la estación no sería como los otros, sería la declaración de todo el amor que una persona pueda sentir por otra, de la esperanza y de la exaltación.
Enrique extiende su brazo a fin de que el chofer, que hoy se convertiría en una especie de cupido celestial y no solo por el color de su camisa, comience a detener la marcha y se pose a su lado, pero algo no estaba en los planes, algún planeta no estaba alineado ese día,
justo ese día,
ese mismo día,
el colectivo no paró!!!

ENRIQUE

16 abril 2007

Pintó el violín vieja!!!

Miren lo que se puede hacer con un par de clases de violín:

13 abril 2007

Esas putas casualidades

Hace un tiempo mi mujer levantó el teléfono para hacer una llamada.
Del otro lado de la línea había una voz que le preguntó quién era y qué quería. Ella, intuyendo que podía estar cruzada la comunicación, cortó.
Después volvió a levantar el teléfono y el tipo seguía ahí.
Me pidió que probara yo:
—¿Hola? —dije.
—Corten, culiado —contestó una tonada cordobesa del otro lado.
—Me parece que está ligado —aventuré yo.
—¿Obliiigado?
—No, no. Li-ga-do —expliqué.
—¡Cooortá, culiado! —me gritó.
—¿Por qué insultás, pelotudo? —le respondí—, a mí me pasa igual, que levanto el teléfono y en lugar del tono estás vos.
—Bueno, bueno, hacé una cosa —me sugirió el puteador—; cortá vos y corto yo y listo.
—Dale —dije. Y corté.
Esperé unos segundos y volví a levantar.
—Noooo, la conchetumadre —dijo la voz del otro lado.
—Dejá de insultar, boludo —le pedí—, probemos de nuevo.
Cortamos los dos.
Volví a levantar el teléfono:
—¡Noooo, dejenmé hablaaá, culiadooo! —vociferó.
—Mirá —le propuse—, como este teléfono es inalámbrico, voy a probar desenchufándolo.
—El mío también e inalámbrico —dijo él—; ¿cómo e el tuio?
—Blanco —respondí.
—Nooo, ooortiva, qué marca é.
—¿Será por la marca? —reflexioné en voz alta.
—¿Quésió? ¡Cooortá, culiaaadooo! —me interrumpió.
Corté y desenchufé el aparato.
Cuando reestablecí la comunicación, el tipo ya no estaba.

***

Más atrás en el tiempo, un sábado por la mañana sonó el teléfono en el depto donde vivía.
Me había acostado tarde, así que estaba estúpido del sueño. Atendí:
—¿…ñlá?
—¿José? —preguntó una voz simpaticona y con zumbido de larga distancia.
Aclaré mi garganta y dije que sí.
—¡Qué suerte encontrarte! —dijo el señor del otro lado del tubo.
—See… ¿Quién habla a todo esto? —pregunté.
—Vaaamoooss, que ya no te acordás de tus amigos vos.
—Jeje —dije con simpatía.
—¡Carlos! —me contestó con una alegría que casi resultaba contagiosa.
Todavía no había asomado la cabeza de entre las sábanas, así que rebusqué en mi mente con velocidad para terminar con la charla y volver a dormirme, pero no había nadie que respondiera a ese nombre y que estuviera viviendo en otro lado (probablemente fuera de Argentina).
—¿Qué Carlos? —consulté.
Temía que me respondiera “el de los calzoncillos cortos y los huevos largos”. La gente que te despierta a veces encuentra simpático verduguearte con chistes muy pelotudos.
—Carlos Fontana —dijo dudando.
—Che, Carlos, yo no conozco a ningún Carlos Fontana —le expliqué.
—¿Pero vos no sos José Fuensalida? —me preguntó.
—No, soy José Playo.
—Ah… —dijo. Y después hizo silencio y se escuchó claramente los beeps del pulso a larga distancia.
—Qué casualidad —reflexionó.
—Sí —adherí.
—Bueno, te corto porque me va a salir muy caro.
—Listo. Chau.



Este texto y otras cosas por el estilo se pueden encontrar en: Peinate que viene gente

11 abril 2007

Un tal M.J.

Es verdad, no le decian Magico, pero nadie hizo magia mejor que el: